lunes, 30 de marzo de 2009

Gracias por el FULBO

Llegué muy temprano, pero ya había miles de gentes reunidas en el templo. Calentando la garganta, ensayando los cánticos, preparándose para la lucha, y sin saberlo, para la agonía.

Y los minutos pasaban y los ríos de fieles iban alimentando a ese mar en formación. Entonces una ola empezó a mojar cada rincón, una ola de 200 millas, una ola de cholos, de indios, de blancos, de negros, de pobres, de ricos, de grandes y chicos, de optimistas, de improvisados y de colados.

La sangre ya había sido reemplazada por pisco, licor bendito que da valor para gritarle en la cara al enemigo.

La espera se hacía eterna, pero ya falta poco, preparemos las cábalas, que aunque sirven de nada, para algunos son imprescindibles. Cada uno se cuelga del santo que quiera.

Y ahí salen, veintidós en total, bien uniformados y comienzan los rituales, los saludos, los retratos, y esa canción bendita que a todos nos eriza la piel, “el segundo himno más bello del mundo después de la marsellesa” ¿Cómo que segundo? A la mierda franchutes maricones, ¡El más bello del mundo carajo!

Once para un lado y once para el otro. Ahora si la cábala, un pucho para mi y otro para ti, prende el encendedor, gordo.

Pitazo inicial, inhalo todo el humo que me cabe en los pulmones, lo retengo, me persigno tres veces, tres besos al escudo de mi camiseta y una mirada al cielo como para hacerle acordar a Dios que es peruano.

Se va el loco pegado a la raya. Loco ¿Qué mierda haces por derecha? Que chucha, saca el centro, dale cholo, vamos Fano, métela. Ufff, empezamos bien carajo. Cuidado con la contra. Tranquilos que no pasó nada.

Escucho que alguien dice: “Iba a ser el gol mas rápido de la eliminatoria” ¡Que boca salada! Un minuto y medio, puta madre, ¡un minuto y medio! Centro pasado, loco a tu espalda. Concha su madre, un minuto y medio y ya nos pegaron una vez, ya vamos perdiendo, se sintió como una patada en las bolas. Yo recién me acababa el pucho cabalero y ya vamos perdiendo.

Silencio, todos nos miramos, buscamos una explicación en los ojos del otro. Nada, yo tampoco entiendo qué pasó. Diez segundos de silencio, incomodísimos, entonces me paro de mi sitio igual que otros tantos, y tratamos de levantar a los demás. Vamos carajo que no pasó nada. Lo volteamos, aquí no pasó nada.

Y todos empezamos a cantar otra vez. Unos se inclinaron por el tradicional: “Perú, Perú” Otros preferían insultar al rival y cantaban: “El que no salta es un chileno maricón” algunos se sienten un poco desubicados y solo atinan a aplaudir, como para alentarse a ellos mismos.

Y yo siento como esas cincuenta mil voces se condensan en mi garganta y grito: “No nos ganan carajo! ¡Vamos Perú que no nos ganan!

Otra pelota cruzada, loco, otra vez la espalda. El loco levanta la pierna y abanica, el de rojo pasa pero lo tumban al suelo. Pena. ¡Puta madre penal! Vamos Butrón, por favor Butrón. Pelota y arquero al mismo lado, pero la pelota viaja más rápido.

Otro silencio, esta vez más pronunciado. Otra vez me paro y grito, esta vez somos menos los que reaccionamos y casi nadie nos siguió. La gente ya no se la cree, empiezan a renegar. “Vargas de mierda”, ¿Vargas de mierda? Antes del partido Vargas era nuestro héroe nacional. Hinchas de momento.

Chemo, llámame a mi, yo quiero bajar a la cancha, yo sí la meto, o por lo menos rompo un par de piernas. Todos pensamos lo mismo. Desde arriba es muy fácil hablar.

Entonces aparece el cholo Fano, sale de la nada, porfía una pelota, cholo terco, le mete un puntazo a la pelota y al fondo, ¡Gol! Vamos carajo, vamos cholo, así se juega, así se suda la camiseta. Como no hay diez más como tu.

Otra vez hay ilusión, “si se puede, si se puede”

Pero no se pudo, nos golpearon por tercera vez, nos dieron el tiro de gracia. Ahora ni yo me paré para decirles a los demás que todavía se podía, ni yo podía creérmela. La gente empieza a irse, no quieren quedarse a ver como nos pintan la cara, como nos meten la mano.

Yo sí me quedo, siempre me quedo hasta el final. En las buenas y en las malas ¿No? Y ahora mastico mi bronca, ahora siento vergüenza, ahora busco explicaciones en los libros de historia pero no las encuentro, no quiero saber nada del equipo, mucho menos del técnico. Ni que hablar de los dirigentes.

Pero sé que se me va a pasar, y volveré a ponerme la camiseta y volveré a ir al templo, y cantaré y saltaré, porque esto es así. Habrá revancha, habrá venganza. Porque así es ser hincha, así es ser fanático, así es volverse irracional por noventa minutos. Porque así es el fútbol.

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